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EN EL INFIERNO A LA MEDIA NOCHE

La Revolución Industrial ha traído el auge de Inglaterra; no obstante, la llegada de la modernidad no sólo dio a la comunidad inglesa empleos, maquinaria y productos a gran escala, el año de 1888 ha visto salir de lo más pútrido de la alcantarilla los más bajos instintos del ser humano, los demonios se ocultan bajo las sombras de la noche, las calles están plagadas de sangre y terror, nadie está a salvo. Londres alberga al asesino en serie más brutal que la historia ha conocido:

Jack El Destripador.


También conocido como “Mandil de cuero” y “Genio independiente”, este ente es todo un enigma. Pese a los numerosos esfuerzos de la policía de Whitechapel, no ha sido capturado.


Hasta el momento ha asesinado y descuartizado a cinco mujeres; aunque algunas fuentes le atribuyen más víctimas. No se sabe quién es, cómo luce, y más importante aún, por qué lleva a cabo esos horridos crímenes y qué pretende con ellos. Más allá de los hechos, -es decir, los cuerpos, o lo que quedan de ellos-, las cartas que él mismo ha enviado a las autoridades y la construcción social que los medios han creado y transmitido a la población, Jack El Destripador es un completo misterio… Hasta ahora.


Me encontraba en mi pequeña oficina en el Manchester Guardian, uno de los medios impresos más leídos en Londres; pero no se confundan, el hecho de que trabajara ahí no implicaba que fuera exitosa, basta decir que “mi oficina” era en realidad una bodega plagada de humedad con hedor a polvo, orines, sueños rotos y una que otra rata que deambulaba por los rincones. Siempre quise se reportera, servir a mi comunidad a través de mis escritos, estaba esperando mi gran oportunidad de ascenso, y tras una larga espera, llegó en un trozo de papel:



“Si tienes el valor suficiente, te espero en la calle Buk’s Row a la media noche. Te contaré con detalle sobre mi magnífico trabajo. Quiero saber si tu pluma es tan afilada como mi cuchillo, y no te preocupes, él no nos acompañará esta noche… ¿O sí? Ve sola.”

Desde el infierno, Jack El Destripador.



Estupefacta me dejo caer sobre la silla maltrecha, la carta es idéntica a las que ha recibido la policía, el tipo de papel, la tipografía coincide a la perfección, ¿está escrita con sangre?, está impregnada por un olor metálico…


Buk’s Row es dónde se encontró el cuerpo mutilado de la primera víctima, me invade el terror absoluto, pero también la adrenalina corre por mis venas, suicidio, locura o ambas, miro la hora, tomo mi abrigo y me dirijo a mi cita con El Destripador.


Lo que escribo a continuación es una entrevista en exclusiva con el asesino prolífero más conocido a nivel mundial, recomiendo discreción al lector...


Llego a la calle pactada, aledaño, hay un callejón con una débil iluminaria. Entre las sombras, se distingue una figura. Un hombre, alto, con vestimenta totalmente negra, resalta su larga capa que le llega hasta los tobillos, el efecto producido por la escasa luz y su sombrero le cubre el rostro. Es una imagen imponente y espeluznante.


- ¿Vino sola?, pregunta una voz profunda que me pone la carne de gallina.

- Sí, contesto en medio de tartamudeos.

- Muy bien, comience.


La noche está cobijada por un manto helado, pero esa no es la razón del escalofrío que recorre mi cuerpo. Intento dejar mi pavor de lado, la calle se encuentra completamente desolada, ni el grito del mejor soprano podría salvarme de un ataque del Destripador, debo ser cautelosa, cuidar mis palabras, no mostrar mi pánico o inexperiencia, me aclaro la garganta y tomo la pluma y el papel con firmeza.


1. ¿Por qué lleva a cabo los homicidios en Whitechapel y no en otro distrito?

R: Si conoce algo de historia, sabrá que a mediados del siglo XIX, varios inmigrantes irlandeses llegaron a Gran Bretaña y se establecieron en varias de las principales ciudades, incluido East End (pequeña pausa). Llegaron refugiados judíos del este de Europa y de la Rusia Imperial, era de suponerse que los efectos de la sobrepoblación serían devastadores. Las condiciones laborales y de vivienda fueron decayendo y la pobreza se fue extendiendo de forma importante e imparable (suspiro). Los problemas como los robos, la violencia, el alcoholismo y la prostitución se volvieron cotidianos. ¿Recuerda el caso del Domingo Sangriento? La Policía Metropolitana esperó a calcular 62 burdeles y 1,200 mujeres. Tan sólo en Whitechapel, mucho antes de mi intervención, este barrio era ya un eco del racismo, la delincuencia y los disturbios. Estos individuos, que solían ser personas, sobreviven el día a día, sumergidos en la porquería, en la pobreza y la inmoralidad. No se le puede quitar la vida a algo que ya no la tiene.



Su prosa es tan clara y precisa como sus homicidios. Su mirada y su lengua es tan letal como su cuchillo, no se ha movido ni un centímetro, pareciera que converso con una estatua de piedra.



2. ¿Considera que está “limpiando” las calles de Londres de la inmoralidad que la aqueja?

R: (Enfado) ¡Por supuesto que no! ¿Qué clase de pregunta absurda es esa? Para limpiar a Londres, tendría que matar a todos sus habitantes, incluida usted. (Retrocedo unos pasos, me asusto y él se ríe. Vuelve a tomar su postura de estatua). No me interesa salvar a nadie, no me podría importar menos la vida de esta gente, ¿no lo ve? No son más que masas de carne y huesos, muertos en vida que no valen nada. Si mi actuar los libera de su miseria, no es más que una mera casualidad del destino, mi trabajo tiene por objetivo satisfacerme a mí, a nadie más.


3. ¿Usted creció aquí? ¿Vive aquí en Whitechapel?

R: (Risa burlona) Sólo le diré que conozco lo suficiente estas callejuelas, por algo he podido escabullirme con tanta facilidad ¿no cree? Whitechapel y sus lúgubres habitantes me pertenecen.



Mi fascinación se fusiona con descargas de electricidad y adrenalina, pero también un profundo terror me invade, mis instintos son un recordatorio constante del gran peligro en el que me encuentro.



4. ¿Podría narrarme cómo fue la experiencia del primer asesinato?

R: Excitante. Le corté la garganta dos veces a Mary Ann el viernes 31 de agosto, a esta hora aproximadamente (gira su mirada entorno a mí como un cazador asechando a su presa), no tenga miedo, si la mato, ¿quién va a relatar todo esto?... (breve pausa).

Hice dos cortes, el primero para dañar las cuerdas vocales y el segundo por placer. Desgarré su abdomen, esa es mi parte favorita, con mi cuchillo realicé un corte irregular y extraje sus órganos sexuales, ¿le digo algo? Seguía viva cuando lo hice, podía sentir aún el maltrecho palpitar de su corazón, se desangraba sobre esta acera, el calor y el olor que emana un cuerpo humano en ese momento es… (cierra los ojos, abanica el aire con sus manos hacia su nariz, suspira de manera placentera) increíble, después hice algunas incisiones y llevé mi trofeo a casa, cuando me levanté del suelo, ya estaba muerta.



5. ¿Qué hace con los órganos de sus víctimas? ¿Es cierto que se los come?

R: Sí, es verdad. No me los como todos, algunos los guardo en frascos y los coloco sobre mi estante, decoran maravillosamente la sala de estar, otros se los mando a la policía, como un detalle por sus atenciones hacia mi persona. ¿Qué puedo decir señorita? Hay personas que ponen cuadros y flores frescas, yo coloco orejas, riñones, hígados y el aparato reproductor de alguna mujer. (Emite una risa burlona).



La luz es muy escasa, pero alcanzo a vislumbrar que aquella risa que le da vuelcos a mi corazón, proviene de unos dientes perfectos y blancos, su mirada asemeja a la de un niño pícaro que ha sido descubierto, pero carece de relevancia. Este hombre, -si es que se le puede asignar esa categoría-, no alberga remordimiento o culpa absoluta por sus crímenes.



6. Se ha rumorado que usted tiene encuentros sexuales con sus víctimas antes y después de su muerte, ¿qué tiene que decir al respecto?

R: Que primitiva es la prensa, que arcaico pensamiento (hace muecas). Ustedes entienden por placer el coito, y esos son los únicos orgasmos que conocen. La intimidad que he alcanzado con esas mujeres ni su más frecuente cliente la tuvo, y yo no pagué nada (carcajadas). El placer que me brindaron va más allá de lo físico, de lo poco que los órganos del cuerpo nos permiten sentir. No se confunda señorita, no las amé, fueron un instrumento para comulgar con el erotismo y el placer; es por este motivo que retiro y conservo los órganos (pausa). Me traen buenos recuerdos, por así decirlo.



El Destripador se ve más relajado, más familiar, comienza a acercarse a mí.

Todos mis sentidos aúllan, suplican la retirada, pero mi ambición los aplaca.



7. ¿Qué hay de Elizabeth Stride? Su cuerpo fue hallado sin heridas en el abdomen y con todos sus órganos, ¿qué ocurrió?

R: (Pausa larga. El Destripador se pone serio, en su voz hay frustración y enfado). Esa ha sido la única vez que no pude terminar una obra. Elizabeth puso mucha resistencia, fue la única que realmente luchó por su vida, perdí demasiado tiempo. La incisión en el cuello dañó su arteria principal, sólo así pude matarla. Cuando Elizabeth yacía inerte en el piso, me percaté de una presencia extra en la escena, no deseaba irme sin concluir mi trabajo, pero el riesgo de que me reconocieran era muy alto (suspiro), de cualquier forma, (pausa y sonrisa maquiavélica), Mary Jane me auxilió a enmendar ese error.



Siento cómo los vellos de mi espalada se erizan al recordar la escena. Prosigo.



8. Mary Jane Kelly es por consenso de la policía y los medios, su homicidio más brutal. A diferencia de las otras, era una mujer joven, bastante hermosa, ¿esos factores influyeron en su sanguinolento asesinato?

R: Mary Jane es mi obra cumbre, el mejor trabajo que he realizado hasta ahora. Fue única en todos los sentidos posibles. He ido cocinando sus órganos poco a poco, ni la reina cena tan bien como yo (risas), pero conservo su corazón como la pieza central de mi colección.

Mary Jane Kelly es lo más cercano a una experiencia emotiva que he tenido en mi vida, más allá del erotismo y la excitación que me produjo esa noche; por ese motivo el corte en la garganta era tan profundo. Atesoro ese 9 de noviembre en los recovecos más hondos de mi memoria.



Me invade un fuerte vértigo, un mar de náuseas, el piso se mueve a mi alrededor, no sé cuánto más pueda soportar esto, pero si desvanezco, quedaré a merced del Destripador,

¿me perdonaría la vida?



9. ¿Con qué intencionalidad mandó esas cartas al Jefe de la policía de Whitechapel?

R: (Risa burlona) Para mofarme de él y del mediocre sistema de justicia. Le mandé el riñón de una de mis víctimas para invadirlo de temor y angustia; también para que lo degustara en la cena (fuerte carcajada), el cuchillo para darle pistas sobre mi identidad, y el contenido de las cartas es con motivo de confrontación y reto. Lo reto a que me atrape, ni con todas las pistas que le he proporcionado ha podido hacerlo.


10. ¿Por qué quiere ser entrevistado? Se ha arriesgado mucho esta noche.

R: (Expresión de sorpresa) Usted también señorita, mire que acudir sola a una cita con un asesino serial… Es usted muy osada, responderé su pregunta con otra pregunta, ¿por qué quiere entrevistarme? (Pausa prolongada, me mira y alza las cejas, como si esperase una respuesta). Lo que busco es que mi obra sea conocida y reconocida por las masas, ¿qué mejor forma de hacerlo si no es a través del furor de los medios impresos? Y ahora, mi trabajo no sólo es del conocimiento de Inglaterra, sino de todo el mundo.


11. ¿Por qué hace esto? ¿Por qué ha estrangulado, degollado y mutilado a cinco mujeres?

R: Si se lo digo, mi trabajo perdería su significado. Me gusta leer los periódicos y ver las múltiples interpretaciones que le dan a mi trabajo (pequeña pausa), digamos que lo hago por amor al arte, a la belleza y al sentido de la estética. Así como hay hombres que hacen esculturas o que pintan paisajes sobre lienzos, yo mutilo cuerpos (carcajadas). Seguro cree que he perdido la cordura, que estoy loco de atar, o peor aún, que soy un monstruo suelto por el mundo, tal vez tenga razón, pero mi trabajo es admirable, no por nada la misma sociedad me a apodado “El genio independiente”. Yo convertí el hecho de matar en arte, no destazo la carne como el carnicero al cerdo, le di un método, una forma, una normativa; pero más importante aún, una narrativa.

Transformé lo impensable en lo aplaudible. Mis crímenes no son polémicos por ser mujeres, tampoco por ser prostitutas, y mucho menos por la naturaleza sádica que los acompaña, sino porque fusionan la técnica con la emotividad en perfecto balance. La gente repudia mi trabajo porque es lo “socialmente correcto”, pero en secreto me admiran, al igual o más, que al pintor o al escultor.



Es en este momento cuando Jack El Destripador se aproxima con una agilidad impresionante, y antes de que pueda emitir un sonido o mover un músculo en mi defensa, coloca un pañuelo que cubre mi nariz y boca. Empiezo a sentir los efectos de la droga, mi cuerpo no responde, mi vista se nubla… El final de entrevista se da conmigo recostada en el frío pavimento y con una figura que se desvanece en la oscuridad de la noche.


Esa fue la última vez que se supo de Jack El Destripador. Mary Jane Kelly fue el final de esta época terrorífica en Londres, no obstante, en las calles aún se respira el miedo y la incertidumbre, pues las autoridades, jamás pudieron atraparlo, aunque la búsqueda aún continúa. Jack El Destripador todavía camina entre nosotros, y por la naturaleza de sus crímenes, y del misterio que encierra, no dudo que se vuelva una leyenda, un personaje mítico al cuál; el paso del tiempo, no le afecta, al contrario, lo volverá un ser inmortal.



Escribe, el ave en pijama.

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